domingo, 6 de septiembre de 2015

Carlos Campelo, ese solidario y transgresor

Tu solidaridad te permitió esbozar tu sueño, porque sólo desde la solidaridad se puede pensar en  crear un programa como el PSMB.

Y tu capacidad  transgresora ayudó a que este sueño se transformara en realidad.

Cuando rescatamos la solidaridad de Carlos Campelo estamos lejos de  hablar de esa solidaridad mimetizada con el asistencialismo, que con una mano da y con la otra desvaloriza.
La solidaridad campeliana es la contribución diaria a la potencia de los otros, a la integración, a la unión de las fuerza de los vecinos a través de los talleres que integran el PSMB.
 La solidaridad campeliana es una solidaridad selectiva…..si no hay  con qué hacerse cargo, sino hay deseos de hacerse cargo….si no hay compromiso, no hay solidaridad.

Él era un transgresor, sí transgresor del  aplastado orden burocrático, transgresor de las costumbres que limitan y paralizan… y al mismo tiempo un gran respetuoso de la ley, de las instituciones y del orden .

La trasgresión de Carlos Campelo era una trasgresión creativa, era de formas, como lo expresa la frase clásica de nuestro programa….
El que busca la vida encuentra la forma
El que busca la forma encuentra la muerte…

Y había que ser transgresor para que desde un hospital se generaran redes comunitarias entre vecinos, para que desde un simple cargo de psicólogo de planta, como el que él tenía, del Servicio de Psicopatología y Salud Mental del Hospital Pirovano se desplegara  la solidaridad, día a día, construyendo lazos en los bares y espacios que están en el barrio.
Carlos Campelo hizo realidad las palabras de Martin Luther King,  Premio Nobel de La Paz de1964:




Soñar
que tendré la fuerza,
la voluntad
y el coraje
para ayudar
a concretar mis sueños
en lugar de pedir por milagros
que no merecería.

Soñar
que cuando llegue al final
podré decir
que viví soñando
y que mi vida
fue un sueño soñado
en una larga
y plácida noche
de la eternidad

Gracias al sueño de Carlos nosotros aprendimos que el tiempo vale, que nuestra vida está viva y que solo nos queda lo que damos…..

Te entrañamos Carlos.

Coordinadora Elsa Rubbo

                                                                                

Carlos Campelo, sencillo homenaje.

Difícil escribir sobre el Maestro. Se me vienen tantos recuerdos. Se me vienen veinte y tantos años de sensaciones...

Llegué al Programa casi recién salidita del horno de la Facultad de Psicología y habiendo terminado un Curso donde el último día un compañero me cuenta sobre un tal Carlos Campelo que hacía grupos. Al viernes siguiente a las 17.30 hs llegué a la reunión que se hacía en el Primer piso de la "antigua " área de Salud Mental, ahora la nueva Guardia del Hospital.  Participé en silencio, escuchando, observando, un poco asustada debo decir. No entendía nada. Al finalizar llegó el gran momento, me sorprendió un " por favor nos podría decir un comentario sobre la reunión" o algo así. Chan...No recuerdo qué contesté exactamente pero seguramente alguna "humilde interpretación" tirada de los pelos, a lo que Carlos respondió "Gracias, la esperamos el viernes próximo". Y me hizo un lugar. Yo ya tenía un lugar en la reunión. Y lo tomé, y volví, y sigo volviendo.

Él quiso, yo también.

Campelo tenía esa generosidad de hacerte lugar en su mesa. Un lugar, nada más ni nada menos! No cualquiera, uno con tu nombre y apellido en cada una de tus acciones. No fue fácil. En un principio lo sentí raro, ajeno, medio frío,  hasta que se empezó a calentar porque lo fui queriendo, porque fui entendiendo que no era solo un espacio sino que se trataba de ir construyendo un nosotros. Fui descubriendo que más allá de mi nariz había otro (otros) con el que compartir, miradas, sensaciones, emociones, y que la salud estaba ahí.  Recuerdo una vez que llegué a la reunión abrumada en silencio por una discusión que había tenido. Me senté y (como suele pasarme habitualmente) comencé a sentir que lo que se decía tenía tanto que ver con lo que me estaba pasando que me puse a llorar tratando de que no se note. Pero Campelo me vio me propuso contar lo que me pasaba. No quise. Respetó mi decisión y agregó que era un acto de generosidad compartir mis lágrimas. De la vergüenza pasé al alivio. Eso era salud.

Al Maestro lo vi amoroso como en este último gesto, enojado volcando su furia en algún compañero que desafiaba su autoridad (¡y agárrate!), asaltado por un llanto que me permitió ponerle la mano en su brazo sintetizando mi abrazo, y disfrutando como un niño el día que con Fernando Lamas y María Rosa Valle, dos compañeros, vestidos de payasos, haciendo payasadas, le festejamos su cumpleaños en el hall de ginecología del Hospital.

Sí, muchas facetas de un hombre con una sola esencia el amor por el ser humano.
Él me hizo lugar, yo le hice uno en mi corazón y allí vive.

                                                             Coordinadora Mónica Fortuna

Taller de las Fotos

El que aspira a ser fotógrafo no debería subestimar jamás a fotógrafos con más corazón que plata.
La fotografía se hace con amor, pasión sentimiento, no con soberbia. Así lo creemos aquellos que hacemos el Taller de las Fotos.

La fotografía es mucho más que un pasatiempo o una profesión, es un medio para comunicarnos con los demás, para expresar que pensamos, que sentimos, que vimos reflejado en una persona que nos molestó o que nos alegró…

Poder reunir todo esto en una imagen no es fácil, no se logra comprando una buena cámara ni un gran teleobjetivo, se logra desarrollando nuestra sensibilidad y aprendiendo como volcarla en una imagen.





En el Taller de las Fotos nos reunimos los miércoles a las 17:30 hs en el Bar Palacio, Museo Fotográfico Simik, Av. F. Lacroze 3901 y Fraga, para compartir como transmitir lo que nos pasa a través de una foto.


Miguel Vella, Animador

YO DESEO LA LUNA

Hace un par de semanas el Programa de Salud Mental Barrial del Hospital Pirovano me distinguió obsequiándome el libro TALLERES DEL PIROVANO de su fundador el Dr. Carlos Campelo. Quiero compartir aquí, algunos sentires que me surgen de su lectura atravesada por mi experiencia como Coordinador del Programa de Salud Mental Barrial de los talleres CARPINTERIA DE SUEÑOS: RECUPERANDO ANHELOS, ANHELOS Y DESEOS y 13 LUNAS.

Ya hace más de dos años que coordino mi taller “Carpintería de Sueños. Recuperando anhelos, esperanzas y deseos”, donde trabajamos los deseos. Y 8 Lunas que nos reunimos en el taller “13 LUNAS” a contemplar y compartir la salida de la Luna Llena sobre el Río de la Plata.

Y no puedo dejar de sorprenderme cuando percibo que aún hoy, hay participantes que todavía creen que hay algo mágico en saber cuándo, con precisión al minuto, y por dónde va a salir la Luna Llena.

Desde muy antiguo  magos, sacerdotes, chamanes y astrólogos reconocieron patrones cíclicos en los cielos pasados. Con nuestra mayoría de edad como humanidad esto se convirtió en Ciencia y se formularon leyes universales que permitieron predicciones futuras verificables. Con este pasado y este futuro, la Luna siguió siendo objeto de nuestros sentires y deseos. Alzando nuestra mirada a los cielos desarrollamos una doble perspectiva al reconocer que somos parte de ese Cosmos que contemplamos. El Cosmos participa en nosotros y nosotros participamos en él.

Los aparatos del pensar, dice Campelo, han instalado en nuestra mente que el pasado condiciona y hasta determina los acontecimientos del presente. Así como la historia nos entrenó a pensar el pasado como condición y límite, es también posible creer que el futuro es factor, potencia, posibilidad o camino. No hay futuro pero nos comportamos como sí lo hubiera, como si existiera.

Existen futuros que llegan implacablemente, como la salida de la Luna Llena, aunque algunos todavía lo duden. Y futuros activamente convocados y créanme que este no es el caso de este coordinador con el momento preciso de la salida de la Lunas Llenas pero si en la realización del taller. Hay futuros como predestinación inerte y futuros como manifestación de la capacidad creativa de sus dueños. Pero todavía muchos no se han dado cuenta y transitan impensadamente estas dos perspectivas cósmicas.

De allí derivan cadenas de actos y significados que adquieren y dan sentido. Pasado y futuro, junto con los deseos, son fuentes de sentido. Para aquellos inclinados por el pasado la libertad humana será acotada y restringida. Para  aquellos inclinados hacia el futuro, todo es posible, basta con desearlo.  El antes será pues, la zona en que extendemos nuestras raíces, el después, el lugar hacia a donde crecen nuestras ramas, hacia a donde apuntan nuestras alas al decir de Campelo.

Desear nos remite al querer y al creer. Se cree en el ser siendo. Y se cree en el ser posible. Al creer, construyo la posibilidad de realización de ese ser que todavía no soy, de ese ser futuro. Lo deseado no es del orden del mero ser, pero tampoco del no ser. Lo que deseo están en el orden de lo que todavía no es pero que será. Y lo que será,  será en parte lo que deseo. Y más será  cuanto más lo deseo, cuanto más atento esté yo a mi propio deseo, más me lo afirme, más lo reconozca, más lo funde, más lo legitime, más lo haga acto.

Cuando ese creer acciona en el sujeto, eso es la esperanza. Cuando ese creer acciona en el otro,  en los otros o en acontecimientos, eso es espera. La esperanza tiene más posibilidades de realización que la espera además de los beneficios derivados del esfuerzo orientado a lo que se desea. Un mundo de actos que instalan nuestro deseo en el proceso de constitución de lo real.

El entorno dentro del cual vivimos es, parcialmente, el resultado de nuestras decisiones y preferencias. La única manera de dar sentido a nuestras vidas empieza por definir un límite posible a nuestra experiencia donde nuestro propio deseo acciona. El deseo es un plus del sujeto. Nos moviliza y nos amplía. Nos afirma. Así crezco, multiplicando el mundo con la capacidad de acción prospectiva organizada sobre mi deseo. Sostenido por nuestro deseo va la posibilidad de sentido.

Yo deseo un mundo con sentido.
Yo deseo la Luna.

Jorge Crom
Coordinador de los talleres 13 LUNAS y CARPINTERIA DE SUEÑOS
Programa de Salud Mental Barrial del Hospital Pirovano.

PD: Si querés ser ayudante de alguno de estos talleres asistí a ellos (Ver horarios y lugares en el boletín del Programa).

CARLOS CAMPELO NOS SIGUE ACOMPAÑANDO

Editorial
CARLOS CAMPELO NOS SIGUE ACOMPAÑANDO

Otro año más ha pasado desde aquel 15 de septiembre de 1997, cuando nos dejaba Carlos Campelo.
Es extraño, parece que fue hace tanto, y a la vez son tan vívidos los recuerdos de la parte de su vida que  compartió con nosotros, allá por los tiempos iníciales del Programa de Salud Mental Barrial del Hospital Pirovano.  

Desde aquel día, hace ya 18 años,  muchísimas personas se integraron a nuestro programa sin saber quién era aquel hombre que se nombra tanto en los talleres  y cuyas frases reales, y a veces apócrifas, nos tutelan cada día generando esa sensación  que nos sigue acompañando tras tanto tiempo de fallecido.

En general hemos sido sobrios en el recuerdo de su persona. Es que creo que es un deber priorizar la vitalidad de su legado expresado en actos, por sobre la noción “bronce” de su personalidad. A Carlos le gustaba ser reconocido, pero más le gustaba saber que su legado era una red comunitaria sustentable, que marcó y sigue marcando época dentro de lo que es la Salud Mental Pública de nuestro país. Por eso creo que la más noble y genuina memoria de Carlos Campelo se expresa en el hecho de que la red que fundó sigue vigente y saludable, en sintonía con su ética, la que ve al ser humano como un ser potente y deseante, unido a los otros de manera esencial a través de la “buena vecindad”.

Todavía cuesta imaginar desde dónde pudo sacar Carlos las fuerzas para ser tan original en su enfoque y en la puesta en práctica del mismo, dentro del paisaje de las instituciones ligadas a la salud mental en la órbita comunitaria. Para quienes nos interesa el trabajo desde la potencia ciudadana en clave de salud mental, es apasionante entender que, en un medio en el que lo comunitario muchas veces se asocia a la victimización y a la carencia, Carlos Campelo propuso hablar de lo que se puede, de lo que se tiene y, sobre todo, de lo que se quiere, a la hora de describir a una población que, aunque con problemas, no deja de ser saludable. Menos lucha, más gestación, civismo, ética, ganas, presencia, ley, amor… con esas u otras palabras similares en espíritu, Campelo generó una red que navega aun hoy  en esos valores, acumulando décadas con  gran entusiasmo.

Campelo en aquellos tiempos se las tuvo que ver también con el paradigma privatista de la Salud Mental, que veía en toda acción comunitaria un potencial  “filón” para derivar pacientes hacia consultorios individuales y pagos, como si esos nichos fueran la única manera de lograr salud. Él fue de los que prestigió el trabajo grupal y vecinal, promoviendo la salud desde un enfoque mucho más integral y abarcativo que el meramente asistencialista y profesionalista.
Demoraron los profesionales en darse cuenta de que promover la salud a través de una gesta solidaria de acompañamiento y ayuda recíproca no atenta contra nada, simplemente sintoniza con la esencia de la red anímica de cualquier pueblo, y desde allí, si alguien quiere hacer terapia, pues la hará, sin que jamás su participación en un grupo lo impida.
A la vez, como digo arriba, Carlos  navegó sin ahogarse entre voces que clamaban por lo popular, pero viendo en este concepto una lucha desde la queja y la descripción minuciosa de la impotencia, más que una acción ciudadana de solidaridad y afecto que pone en el compartir anímico la esencia de la salud comunitaria.

Campelo habló siempre de “gente pudiente”, lo que lo hizo sospechoso en los medios habituados a la condescendencia y a la victimización como rasgo de identidad de todo lo popular. Descubría el poder de la gente, ese poder cotidiano, franco, íntimo, básico, rotundo, que se ve en los grupos, en las acciones y afectos compartidos, y en la capacidad de potenciar el deseo de todos, que es lo mismo que potenciar las ganas de vivir, de crecer, de amar y trabajar para desplegar el alma en acción.
Describir a una persona o a un pueblo no es describir sus impedimentos y flaquezas solamente, sino sus deseos y posibilidades,  aun en medio del más adverso de los escenarios. Por eso creo que Carlos Campelo está todavía en vías de ser descubierto en su real dimensión, y será valorado del todo cuando no solamente se lo conozca por aquel que hizo los “talleres del Pirovano” sino como alguien que fue y sigue siendo uno de los pocos que, décadas atrás y cuando nadie promovía ese tipo de miradas, salió del discurso inteligente pero agobiado de la impotencia, para descubrir, aun dentro del dolor y la dificultad,  la semilla de salud que nos constituye.
Los que no lo conocieron, ven su obra y en ella descubren su espíritu. Lo ven también en la red de talleres, y en la vida misma, cuando ésta es percibida con los ojos del optimismo, la solidaridad, la capacidad de autocritica y la buena fe, valores del compartir que nos permiten estar juntos con entusiasmo.

Los años transcurridos nos corroboran que en ese estar juntos encontramos el sentido profundo de todo, sentido que no es una idea, sino una experiencia llena de vitalidad, sencilla, honda, cotidiana, trascendente y….linda, como un taller,  creado para compartir, pasarla bien, y oxigenar el alma al salir de la soledad,  junto a nuestros vecinos.

 MIGUEL ESPECHE
 Coordinador General

TALLERES DEL ALMA. (síntesis del reportaje a Carlos Campelo en la Revista Viva)

Por primera vez en un Hospital público funcionan más de doscientos Talleres de Autoayuda.
El mal de amores, La depresión del Domingo por la tarde, El suicidio, Talleres para Abuelos, para Padres con Hijos adultos o a la vejez son apenas algunos de los títulos de los talleres que en forma gratuita funcionan de Lunes a Lunes en el Hospital Pirovano. Su creador es el Licenciado Carlos Campelo, un polémico profesional que define estos encuentros grupales como un camino de recuperación.
Los grupos del Programa de Salud Mental Barrial del Hospital Pirovano buscan el crecimiento y desarrollo personal de sus miembros, a través del intercambio de experiencias y opiniones alternativas. Como lo expresó el Lic. Carlos Campelo, “cada uno de nosotros puede hacer de sus nanas, dificultades y temores, un buen motivo para enriquecer la vida”.
 Los talleres del Programa de Salud Mental Barrial funcionan en bares de alrededor  al Pirovano y en otras zonas.
Son tantos que el hospital no puede albergar a todos.
Hay talleres por la mañana, la tarde y la noche, todos los días de la semana, todos los meses del año. El programa comenzó en 1986 con un taller de orientación vocacional.
Los talleristas, por lo general, son vecinos de los barrios de Saavedra, Belgrano, Coghlan y Colegiales. Actualmente vienen de otros barrios.

La penas de amor tienen alivio en el Hospital Pirovano
- Programa de Salud Mental Barrial-


Nadie paga ni cobra por asistir a los Talleres. El creador de estos grupos de autoayuda el Psicólogo Carlos Campelo  falleció en 15 de Septiembre de 1997 y desde entonces el Lic. Miguel Espeche es el Coordinador General del Programa.

Leer a Carlos Campelo

       Leer a Carlos Campelo es disfrutar de ser humano, de ser-con-otros. Es mirarse en el espejo y no ver la propia imagen, sino la imagen de una comunidad viva trabajando y trabajándose con intensidad, valorando todos los espacios, las presencias, las ausencias. Significa vencer los miedos propios y comunitarios para vernos  completos, capaces de vencer nuestros propios límites, abriendo fronteras, derribando muros, dando la palabra a los silencios y a las sombras que anidan, ignorados, en nuestro interior, sin prisa pero sin pausa, con los tiempos del espíritu.
Leer a Carlos Campelo es dejarlo acercarse a nosotros, abrir los pliegues del corazón para que su presencia nos hable en libros, en la web, en los que tuvieron el privilegio y la alegría de conocerlo. Escucharlos es sentir vibrar la pasión de Campelo por un camino en el amor de una comunidad que sigue avanzando hacia un horizonte donde no faltan los obstáculos, los recodos, las contradicciones, pero también, la paciencia atenta, la persistencia renovada, la escucha inteligente, la risa compartida, la mirada que va más allá de las palabras. Por eso es tan valiosa la presencia de aquellos que compartieron esa etapa fundante del Programa, porque en ellos habitan los genes espirituales de Carlos Campelo.
Leer a Carlos Campelo es sentir nuestras potencias como personas y como comunidad, esa que él soñó, construyéndola-con-otros y que sus propias palabras la definen: “Una comunidad bien habida no es un coro homogéneo, no es un regimiento que desfila de a cuatro en fondo, un dos, un dos. Una comunidad es uno de esos mejunjes de ir y volver, de disentir y unirse, de acordar y estar enfrentados, que nos ha llevado a decir, desde aquel doloroso 18 de julio del 94, "Sigamos juntos, aunque no estemos de acuerdo". (Porque acordar, de a-cordis, significa juntar los corazones, y nosotros, en el Programa Salud Mental Barrial, si no podemos juntar los corazones juntaremos las manos, o las voces, los movimientos, o el deseo – que es uno solo siempre: crecer, y ser feliz, que es la única razón para filosofar, dice San Agustín – o las almas, que no pueden estar sino juntas, y "al sol". (Alma que no se junta con sus prójimos, y prójimos que inventan enemigos y rivales, no son almas, no son prójimos,).
       Para nosotros, "todo es común" (…)una comunidad, un lugar de comunes, un lugar en donde para ser hay que ser con otros, más allá de las cuatro paredes de mi living, un lugar en donde, cuando decimos nosotros, nosotros es nuestra mejor forma de decir yo, un lugar en el que sabemos por propia experiencia, que nadie puede ser feliz en un pueblo que no se realiza, un lugar en el que cuando alguien llora, por ese dolor sin fin que le ocupa casi toda la vida, llora para su bienestar, y con él, produce bienestar a quienes la vemos llorar, y algunos, hasta desconocidos, ya listos para acompañarla, preparan los pañuelos”.(..) Por eso reclamamos que nuestro programa de salud mental barrial sea entendido como un programa de salud y crecimiento comunitario, o de animación barrial, por eso del ánima, o el alma, ¿recuerdan?, o de cultura barrial, por lo que de cultivo y cuidado tiene la cultura. Bueno; pero lo que yo quería es decir que, contrariamente a lo que piensan muchos "trabajadores comunitarios", que creen que pueden ir a algún lugar a "hacer comunidad", la comunidad bien entendida empieza por casa, que nadie puede hacer "comunidad" desde otro si no la hace desde sí, y que no es un requisito sine qua non ser pobre de toda pobreza para hacer un proyecto comunitario. Las familias de barrios "acomodados", o de clases medias, o de buen pasar, o de "si hay pobreza que no se note", algunas de esas familias, decimos que somos una comunidad, casi tanto como los vecinos sensibles de Flores o de Palermo, esos compañeros”.

Coordinadora Elvi Palacios
Taller de Coordinadores de V.Pugnali-M.Couriel