miércoles, 22 de octubre de 2008

PLAZA CARLOS CAMPELO

INAUGURAMOS LA PLAZA

Es rara la sensación que da pasar por una linda plaza y ver un cartel que dice “Plaza Licenciado Carlos Campelo”. Es raro, también, haber estado allí, junto al Dr. Cuba, director del hospital, y un montón de personas ligadas a Campelo y al Programa de Salud Mental Barrial, para rendir homenaje al fundador de nuestra red de talleres, descubriendo ese cartel en un sencillo y emotivo homenaje, siendo que parece que hace poquito esa plaza estaba sólo habitada por los recuerdos de tantos eventos compartidos con los vecinos del PSMB, en tiempos en los que ni remotamente imaginábamos que “Campelo” sería el nombre del lugar.
Allá en el fondo están los ceibos, bajo los cuales se encuentran las mesas de ajedrez, mientras que, más acá, el área de juegos se llena de pibes del barrio que patinan, pelotean o se mecen en el eterno ir y venir de las hamacas. La vieja estación mira todo el paisaje y seguramente se congratula de tan saludable vecindad. Nunca el Barrio fue para nosotros tan barrio como esa semana en la que honramos, en dos encuentros por demás lindos, el bautismo de la plaza con el nombre de nuestro fundador, quien hoy hace uso de su merecidísima posmortalidad.
El inicio fue la mañana del 15 de septiembre, cuando la actividad fue institucional y el director dijo cosas que, con una sencillez entrañable, nos dejaron percibir lo mucho que ha transitado el programa desde que empezó a existir. Es que en las palabras del Dr. Cuba no sólo había respeto y valoración por la tarea del PSMB y la marca que dejó Campelo en nosotros, sino que hasta afecto y compañerismo había, algo que fue siempre una meta nuestra: la de tener a los trabajadores del Hospital como compañeros de ruta en esto de fortalecer la salud de los vecinos.
Unos pocos días después, el sábado 20, se armó la gran fiesta pirovanense al más tradicional estilo “loco” que nos caracteriza. Fueron palabras de afecto a través de los micrófonos cedidos por el CGP13, baile, anécdotas, canto, orientaciones vía boletín o taller….un mundo compartido para vernos en clave de alegría en esa plaza que hoy se llama “Carlos Campelo”.
Felisa Ch., nuestra consteladora familiar, por un ratito bailó de lo lindo con un señor que un poco la atosigaba. Hube de rescatarla con palabras amables y algo firmes al desubicado caballero del caso, entendiendo que el estado etílico del susodicho ameritaba ese gesto de asistencialismo de mi parte. Felisa agradecida y yo contento de mi buena obra.
Al rato, en el rincón de la plaza en el que Eva C. mostraba fotos y relataba anécdotas de Campelo, fuimos testigos de un encuentro conmovedor. Eva leía un texto biográfico acerca de Carlos y en un momento nombra a un amiguito de la infancia de los Campelo. Se trataba de un tal Carlos Díaz, quien, según el relato, jugaba en la vereda con los Campelo en su barrio de infancia. En el grupo que estaba reunido escuchándola estaba el hermano de Carlos, Osvaldo, y también estaba un señor que, cuando se pronunció la palabra “Díaz” dijo “Ese soy yo”. Era aquel chiquito que jugaba con los Campelo. Percibimos la conmoción del hermano de Carlos y del señor Díaz ante lo que estaba pasando. Osvaldo Campelo, asombrado, se fue acercando a Díaz, asombrado y preguntó: “¿Vos sos algo de Carlitos Díaz?”, “Yo soy Carlitos Díaz”. El abrazo que se dieron todavía me pone la piel de gallina. Los presentes quedamos mudos, sabiéndonos testigos de esas situaciones únicas. ¿Cómo llegó Carlos Díaz allí?, por ahora es un misterio….
Las escenas barriales se sucedieron en la fiesta que hicimos para inaugurar la plaza, y Campelo contento, digo yo, al ver todo eso. Es que la verdad es que nos dimos una panzada de actividad barrial, generando, con nuestro baile a la vera de la estación, envidia en los pasajeros de los trenes sabatinos que pasaban cada tanto, quienes miraban sorprendidos a esos que daban pasos entusiastas al ritmo de bailanta, salsa, cumbia y otros sones de esos que le hacen a uno crujir los huesos si no es costumbre propia el mecerse con tropical entusiasmo.
Cristina Falcón, los miembros del programa que organizaron con tanto amor las actividades, los muchachos del CGP13, los alumnos de escuelas amigas, los vecinos que pasaron y se prendieron, los viejos amigos que vinieron especialmente para la ocasión, los coordinadores y miembros de los talleres que se acercaron a la plaza….todos la pasamos muy bien en ambos encuentros.
Y ahora, encima, es Primavera. La plaza está más verde que nunca. La disfrutaremos como siempre y más aún. Es que ahora se llama “Licenciado Carlos Campelo” y eso le da una vibración bien diferente. El “cachito de Utopía” tiene ceibos, toboganes y hamacas, y será habitado por vecinos que jueguen ajedrez, fútbol, patinen y se paseen por ese rincón luminoso de Coghlan. Si el Ser Humano es un ser simbólico, no puedo imaginar mejor símbolo que la plaza que lleva el nombre del Maestro, transitada por los vecinos del barrio que vio nacer al Programa de Salud Mental Barrial.
Las Bolsas caerán. Las finanzas hablarán de temores y desasosiegos. Pero la plaza está allí, para quienes gusten de disfrutar los aires del Barrio, el capital más fiel con el que contamos, nos percatemos o no de ello.


MIGUEL ESPECHE
Publicado en Boletín del PSMB - Octubre 2008