EDITORIAL
Sabemos que el programa es como un gran taller, un taller ampliado que tiene infinitos escenarios. Cuando en un lugar del programa ocurre algo significativo, los ecos de ese hecho se sienten en muchos otros espacios del mismo programa.
Como en un pueblo chico, las voces corren, a veces en forma de chisme, otras a modo de eco emocional, otras como simple noticiero. La trama invisible de esas palabras y sentimientos que van y vienen nos hacen entender aquello de que “el todo es más que la suma de las partes”.
En el Comité de Conducción, conformado por los coordinadores de coordinadores y otros compañeros que animan talleres-comisión (ligados directamente en su operatoria al Comité), sentimos esos ecos del programa en su conjunto. Allí, en ese grupo, resuena lo que circula en el programa, tanto en términos de información como de estado anímico.
Años atrás, teniendo en cuenta lo antedicho, nos percatamos de que, dentro de ese ir y venir que circula por el programa, había una figura que ejercía una función sin nombre. Era una figura que aparecía en infinitas escenas, una figura que decía la palabra exacta a la hora de responder una pregunta, como por ejemplo: ”¿qué es de la vida de…?” o si tal o cual coordinador había estado presente en determinada circunstancia. Era también una figura que ofrecía memoria, es decir: nos enlazaba con nuestro pasado por haber vivido al Programa cuando éste era tan solo un balbuceo institucional o, si se quiere, una patriada de Campelo, quien día a día iba tejiendo lo que después fue esto que hoy conocemos.
Esa figura que enlaza al programa recorriendo esa trama de vías que le da forma es nuestro compañero Omar Galeano.
Desde hacía tiempo había un cierto escozor porque, Omar, siendo que no coordinaba taller alguno, pertenecía al Comité de Conducción y Ética. Eso no era lo “normal” y algunos señalaban, cada tanto, esa “anormalidad”. Sin embargo, intuitivamente la presencia de Omar dentro del Comité era considerada pertinente. No sabíamos bien por qué, pero estaba bien que Omar estuviera allí, aun cuando no habíamos encontrado la palabra que nos nombrara un por qué racional a ese hecho.
Por fin un día nos dimos cuenta y le encontramos la palabra: Coordinador de Enlace, que es como decir “un compañero siempre presente”, un acompañador a ultranza, un buen compañero.
Desde ese día, el Comité de Conducción, tal como dice el boletín y la información en la página web, está constituido por varios, pero también por el “Coordinador de Enlace”, que es Omar Galeano.
Un título que describe a la persona y la función que da cuenta de aquello de que el programa es un grandísimo taller que dura una semana, secuenciado en centenares de talleres que duran una hora y media una vez por semana.
No todas las instituciones barriales se pueden dar ese lujo. El Programa de Salud Mental Barrial sí. ¿Y por qué? Porque Omar inventó la función simplemente siendo un buen vecino, un buen compañero que disfruta el programa yendo y viniendo, tejiendo de afectos la trama de la buena vecindad.
Coordinador General