lunes, 11 de enero de 2016

Nuevo Taller: ALIMENTANDO NUESTRO FUEGO INTERIOR

Los días jueves a las 17,15 hs. nos reunimos en la Sala de Espera del Laboratorio del Hospital Pirovano para darle inicio a un taller que nació con mucho entusiasmo.

Durante los primeros 15 minutos practicamos Chi Kung, arte de hacer circular la energía, a fin de alinearnos física y emocionalmente.

Es un trabajo corporal lento, al ritmo de la respiración, con música suave .......cuya finalidad es lograr que la energía (CHI) sea constante y la mente (YI) esté serena. Aprovecho para contarles que cada mañana lo practico antes de desayunar, si es tempranito mejor. A medida que se lo ejercita le vamos encontrando significados a cada movimiento, por ej. la postura del árbol (que se mueve flexible, enraizado a la tierra, sin quebrarse), remar la vida, poner límites, la lucha cotidiana, mirar el pasado y soltarlo, el vuelo y el retorno, el agradecimiento. . . . . y podríamos seguir.

Al concluir ésta práctica nos encontramos armonizados, dispuestos a reflexionar y observar la vida con una mirada abarcativa, viendo lo externo y lo interno de nosotros, otorgándole importancia al Ser frente al sólo hacer.

Compartimos experiencias y en ocasiones comentamos "eso que nos pasa" o "que nos pasó" siempre que podamos hacerlo sin queja, rescatando la riqueza del aprendizaje que nos deja esa situación vivida (lámina).

Cuando me preguntan el porqué del “no a la queja durante el taller” digo dos cosas que siento:   una es que generalmente en lo cotidiano le llamamos "problema" a situaciones que debemos manejar o aceptar, y lo otro es que echaríamos a perder el equilibrio y la serenidad que nos da el Chi Kung.

Trabajamos con ropa cómoda, de acuerdo a nuestras posibilidades y limitaciones, vinculándonos con respeto, buena fe y amor.

SUMATE: entre todos formamos un TODO.

¡¡¡ Los esperooo ….!!!!

                                                                                                   Animadora: Marta Fazio 

JUNTOS

EDITORIAL

JUNTOS

Hace unos días leí una de esas frases que envían por Internet que decía lo siguiente:  “Estar juntos no es ser lo mismo”.

Como tantas frases que aparecen por ese medio, la dejé pasar sin más. Sin embargo,  a los pocos días, en momentos en los que estábamos en un grupo, esas palabras me vinieron a la memoria cuando  me di cuenta de que se parecían mucho a la frase que usamos en nuestro programa: “juntos, aunque no estemos de acuerdo”, si bien agrega, a la idea de “desacuerdo”, una noción de identidad diferenciada.
Es verdad que, como señala la frase de Internet,  a veces creemos que para estar juntos debemos ser lo mismo, como si el hecho de ser similares  nos garantizara la unión fraterna.

Cuando Campelo,  allá en los orígenes del programa, nos ofreció la frase “juntos aunque no estemos de acuerdo”, nos dio una referencia ética y esencial para salir de los atascamientos grupales que suelen producirse cuando lo que se desea es imponer criterios y ganar en polémicas para “homogeneizar” las cosas. La importancia de esa premisa, con el tiempo, se nos fue haciendo cada vez más clara, así como mayor es la gratitud que sentimos ante la generosidad conceptual de nuestro Coordinador General Honoris Causa.

 Tanto es así que a diario, cuando se “arma despelote” en los grupos,  pronunciamos la frase, y, al hacerlo, solemos serenarnos, saliendo del campo de batalla para atisbar que hay un “ algo”,  mayor que nosotros mismos, que “abraza” las aparentes o reales diferencias, generando un acompañamiento en el que no solamente “toleramos” al otro, sino que, en todo caso, lo valoramos como generador de una oportunidad de crecimiento, siendo que “crecer” sirve para pasarla mejor  en la vida, más allá de las durezas de la misma.

No digo que siempre nos salga bien. A veces la cuestión nos excede, nos “vamos al pasto” y pagamos las consecuencias del caso, pero son muchas las veces en las que la palabra “juntos” nos viene a rescatar de la batalla, para recordarnos nuestra condición de vecinos. Estar juntos es nuestro destino, y es por eso que llevar al máximo las alternativas pacíficas y vecinales para acompañarnos recíprocamente ayuda a la salud social y nos ahorra la mala sangre que solemos hacernos, sobre todo,  cuando  no prima el deseo de concordia por sobre el deseo de tener razón… e imponerla.

“Juntos” es una palabra que, si la sabemos entender, nos permite oler, casi de manera sutil, un aroma de cercanía que se distingue por debajo de las perspectivas disímiles y las identidades diferenciadas.
Esa palabra, que da cuenta del deseo de acompañarnos, se hace eje de referencia, una suerte de “querencia” a la que volvemos cuando nos alejamos demasiado en discusiones  en las que nos podemos perder, como aquel que nada mar adentro, sin darse cuenta de que se va demasiado lejos, corriendo el riesgo de que no le de el resto para retornar a la playa. Me hace recordar eso que suele decirse respecto de que hay frases de las que no se vuelve, lapidarias, imperdonables, absolutas…y el dolor que ese tipo de pronunciamientos suele producir, algo que, si recordamos a tiempo el “juntos”, quizás no debamos vivir porque sabremos parar a tiempo.

Estar juntos genera salud, aunque no sabríamos decir bien porqué. Es el misterio del acompañamiento, eso raro y maravilloso que ocurre cuando dos o más personas se unen para generar un estado de cercanía que involucra el deseo de hacerse bien recíprocamente.  De hecho, siempre señalamos que al sentir la presencia de los otros nos fortalecemos, inclusive cuando no se nos solucionan los problemas de cada día. Eso, a mi gusto, se debe al hecho de que lo que más valoramos es estar con otros, inclusive, por sobre la posibilidad de “tener la vida solucionada” que para muchos sería sinónimo de felicidad, pero no, no lo es.

Por lo antedicho, estar juntos es la clave, porque lo que une es encontrarnos a nosotros mismos a través del compañero de ruta, aun cuando no sea lo mismo que yo. Bueno…sí, es lo mismo, por cuanto es humano y vecino, pero de allí en más, lo que agrega valor es el “ser” diferente, otro, porque eso de andar acompañados por nuestra propia imagen en el espejo es aburrido, salvo que nuestro ego sea de esos grandotes…muy grandotes.

Juntos entonces, con eso que nos une y que no siempre sabemos nombrar, pero que se parece al espíritu de buena vecindad de cada barrio, esa solidaridad que permitió la prosperidad de la especie, más allá de todo. Juntos, en acuerdo o no, diferentes y a mucha honra, para pasarla bien en comunidad. Para eso estamos, existimos y hacemos grupos. Y así seguiremos por mucho tiempo.

MIGUEL ESPECHE
                                                                                 Coordinador General