Cada vez que un coordinador esboza su deseo de abrir un taller, sus compañeros coordinadores lo ayudan en la gestación del título y, para ello, lo acompañan en el viaje de profundizar en su corazón para desentrañar dónde está la fuerza real que lo mueve a realizar la convocatoria. .
El título que emerja del proceso se acercará lo más posible al deseo del animador del caso, siendo que la tarea de los compañeros es la de despojarlo de ambigüedades, de titubeos, de confusiones y veleidades que perturben la potencia de lo que significa convocar a un encuentro vecinal para compartir temas de interés.
El título hace de puente entre ese deseo manifestado por el coordinador que pretende inaugurar un encuentro, con el deseo de los potenciales asistentes a la propuesta.
Ocurre sin embargo que ese puente se vuelve a veces frágil, brumoso, porque los coordinadores sobrecargan el título con metáforas, enamorados en demasía con las ideas que tienen acerca de lo que desean que ocurra en el grupo, en desmedro de generar un vínculo con los que vengan, quienes, sin dudas, ofrecerán sorpresas y cosas nuevas que enriquecerán la cuestión.
En los últimos tiempos el Programa de Salud Mental Barrial está haciéndose una autocrítica respecto de los títulos de los talleres, los que sobreabundan en las metáforas. Esas metáforas en muchos casos tornan una aventura excesiva para los vecinos, el acercarse al grupo sin entender qué quiere decir ese título que lo define y la naturaleza de la propuesta.
A la hora de comunicar lo que hace el programa en diferentes lugares, en particular a través de la prensa, a veces se nos hace difícil hacerlo porque los títulos son difusos, muy metidos en elementos de sutil introspección, mientras que son pocos los títulos netos, que nombren la temática sin vueltas, para que la poesía ocurra en la acción compartida y no tanto en el título del caso.
Esto es interpretado en el Comité de Conducción como que uno de los elementos del programa: los nuevos concurrentes, los vecinos potenciales que viven y hablan de sus cosas a partir de un léxico también neto y sin demasiada vuelta, no son tenidos en cuenta por nosotros, sobre todo cuando nos deleitamos en la exquisitez de nuestro decir, sin abrir la puerta al barrio del que formamos parte.
Es por esta causa que el Comité de Conducción optó por modificar una de las reglas más antiguas del Programa, que decía que si un título se modifica, eso significa que ese taller es otro taller.
Bueno…en este caso hemos decidido abrir la posibilidad a que, sin cambiar el eje del taller, sea posible revisar, de manera paulatina y razonable, el enunciado de su título para despojarlo de aquello que sobre, de aquello que no nombre con claridad el real objetivo o eje de ese encuentro.
Debe quedar claro que ésto no es una crítica negativa a los coordinadores, sino que es una percepción del Comité de Conducción, ya que los miembros del mismo sentimos que hemos distraído la atención respecto de establecer puentes más sencillos con los vecinos. Los temas que convocan a las personas, si bien existen en el programa, no son perceptibles con claridad por causa de los títulos y, sobre todo, la forma en que los gestamos.
Pretendemos hacer puentes, no generar un aislamiento que nos vuelva meros escuchadores de nuestras propias palabras. Pretendemos decir las cosas sencillas, netas, para que se entienda de qué se trata el punto inicial del encuentro en cada uno de los talleres.
Como las palabras de amor, cuanto más sencillas, mejor. Las ganas de compartir dan fuerza a esas palabras sencillas, y eso lo notarán los vecinos que lean un listado o vengan por primera vez a un taller, sabiendo con claridad que hay ganas de recibirlos porque generamos nuestra parte del puente.
Ellos, los vecinos “nuevos”, harán lo suyo para venir. Nosotros los esperamos hablando un idioma común, independientemente de que, luego, con ese idioma compartido podamos escribir la mejor de las poesías, pero, eso sí, juntos, no aislados del barrio al que nos debemos.
Miguel Espeche
Coordinador General
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